lunes, 7 de marzo de 2011

8 de marzo de 2011: el MMTC celebra el Día Internacional de la Mujer

En este 8 de marzo del 2011, el Movimiento Mundial de Trabajadoras y Trabajadores Cristianos invita a cada mujer con o sin empleo, migrante, voluntaria, ayudante por naturaleza, trabajadora de la economía informal o con un trabajo invisible, agricultora, etc. a celebrar este día internacional que reconoce la contribución valiosísima y sin igual de las mujeres.
Las mujeres representan la mitad de la humanidad de nuestro planeta tierra. Ellas son esenciales para la felicidad y prosperidad de la gran familia humana, tanto en el plan cultural, social, espiritual, económico y político.
Hace más 100 años, este día fue testigo de las luchas de las mujeres contra todas las formas de injusticia, de explotación y de violencia. De hecho el 8 de marzo nos recuerda una lucha histórica de las trabajadoras de la industria textil en los USA. Ellas hicieron una huelga para obtener condiciones de trabajo justas. 129 de ellas murieron en el incendio de su fábrica provocado por las fuerzas del orden.
Por qué celebrar el día internacional de la mujer?
La lucha continúa en todos los continentes no solamente para conseguir mejores condiciones laborales, sino también para tener condiciones de vida más humanas y por la supervivencia en esta época de catástrofes naturales (sequías, terremotos, inundaciones) y de catástrofes provocadas (guerras civiles, guerras por el petróleo, dictaduras políticas, etc.) las cuales privan de libertad de expresión, y dan lugar a abusos: torturas, aprisionamientos, violaciones que llevan a las migraciones masivas.
Las mujeres tienen cada vez menos miedo y pueden contar con la solidaridad de otras mujeres en todos los continente para defender sus reivindicaciones, como lo demostró la 3er Marcha Mundial de mujeres que terminó en Québec en octubre 2010.
Las mujeres se levantan, se reagrupan, se afirman, defienden sus derechos: en Afganistán, las mujeres jóvenes asisten a la escuela a pesar de recibir amenazas.
Ellas saben que las costumbres, la cultura, la tradición, la política y la religión sirven frecuentemente de coartada para no cambiar y mantener el yugo: condenas a lapidación en Irán, Nigeria.
Cada vez hay más mujeres en la economía solidaria: “tontines” (grupos de ahorro en algunos países de Àfrica), microcréditos en Bangladesh, creación de cooperativas de artesanato, de producción agrícola, de transformación de materias primas, asociaciones de mujeres pescadoras, organización de curso de alfabetización y de formación profesional.

Las trabajadoras luchan por la igualdad de salario: obtenido en Québec en la administración pública.

Ellas denuncian la violencia hacia ellas, así como hacia sus hijos: violaciones en Haití, tratado de mujeres jóvenes en todos los continentes. Las mujeres no quisieron nunca traer a un niño al mundo para que se volviera niño soldado, esclavo doméstico o de plantaciones. En Vancouver las ex-trabajadoras sexuales ayudan a estas mujeres a recobrar su dignidad.
Ellas ejercen sus derechos a voto a pesar de las amenazas: Referéndum en Sudan, en Kenia, elección en Haití: una mujer encabeza la lista para la presidencia en la primera vuelta.
Las mujeres se comprometen más numerosamente en los grupos sindicales (zonas francas, en Honduras y Nicaragua, sindicatos de trabajadoras en guarderías familiares en Québec), en partidos políticos y en ocupar puestos de gran responsabilidad. En Brasil una mujer del Partido de Trabajadores fue electa Presidenta del país.
Ellas no ceden a las amenazas, ni aprisionamientos, ni a la tortura por defender la democracia. En Myanmar una excandidata a la presidencia, arresto domiciliario, fue finalmente liberada y continúa con su trabajo. En China, una mujer lucha por la liberación de su conjunto, Nobel de la Paz.
Las mujeres de Europa, de Asia trabajan en asociaciones que acogen a los migrantes, defienden a los que no tienen papeles y los ayudan a su integración (alfabetización, servicios a las familias).


No se trata de una guerra de sexos o de géneros
En su lucha y acción cotidiana, las mujeres se solidarizan y apuntan a las causas reales. No se trata de una guerra de sexos o de géneros. Es más una lucha contra el individualismo, la explotación, la acaparación de la riqueza, un sistema político y económico que ignora el bien común pisotea y denigra la dignidad humana. Las mujeres reconocen que su cónyuge, padre, hermano, amigo, jefe religioso también están involucrados en la prosperidad de la familia humana. Por eso les piden luchar junto con ellas contra las condiciones que favorecen al partenariado para que la igualdad sea la norma, para que la dignidad sagrada de cada persona, el reconocimiento y los dones de cada uno de ellos sean respetados.
Es una larga lucha, y es en el día a día y con gran valor que las mujeres se esfuerzan por cambiar las tradiciones que las oprimen, por cambiar la mentalidad, hacer reconocer su puesto y su rol dentro de la sociedad.
Hace miles de años los autores de la Biblia nos transmitieron su intuición sobre la aparición del ser humano. Sin rechazar las investigaciones científicas, este pensamiento nos aclara a los creyentes de las grandes religiones de todos los continentes. «Dios crea a los seres humanos a su imagen y semejanza. Él les crea hombre y mujer… Él viene y les dice: … pueblen toda la Tierra y domínenla» Gén 1,27-28. Hombres y mujeres son diferentes pero iguales en derechos y en responsabilidad.
Los avances son importantes, el camino es largo pero no sin salida. Tenemos que abrirnos a todos aquellos que tienen miedo o dudan y a aquellos que buscan una parcería. Mujeres y hombres son parte de la misma humanidad, comparten las mismas angustias y esperanzas. Caminemos solidarios, lado a lado, ni atrás ni adelante y humanicemos la vida cotidiana.
El Secretariado General del MMTC



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